LA LECTURA DE HOY
HEBREOS 3, 7-14, Misa 12 Enero 2024
Hermanos: Escuchemos lo que dice el Espíritu Santo en los salmos: Que oigáis hoy la voz del Señor. No endurezcáis vuestro corazón como lo hicisteis en los días de rebelión y en los días de prueba en el desierto, cuando vuestros antepasados me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían observado mis obras durante cuarenta años. Por eso me enojé con esta generación y dije: «Este es un pueblo que se ha desanimado y no conoce mis caminos». Entonces juré en mi ira que no entrarían en mi reposo. Hermanos, mirad que ninguno de vosotros tenga mal corazón y se aparte del Dios vivo a causa de su incredulidad. Pero animaos unos a otros diariamente mientras dure este «día», no sea que vuestros corazones se endurezcan por la tentación del pecado; porque si hemos tenido el privilegio de llegar a ser partícipes de Cristo, nuestra condición es que sigamos siendo la decisión original hasta el fin. El evangelio de hoy, Misa 12 Enero 2024
Lectura del Santo Evangelio según Marcos
MARCOS 1, 40-45
En aquel tiempo, un leproso se acercó a Jesús, se arrodilló y le suplicó: «Si quieres, puedes curarme». Jesús, movido por compasión, extendió la mano para tocarlo y le dijo: «Estoy listo. ¡Puedes ser sanado!» El leproso inmediatamente, cuando es sacado, queda limpio. Al verlo partir, Jesús le dio instrucciones estrictas: «No se lo digas a nadie, no se lo digas a nadie». Pero para saberlo, acude al sacerdote y ofrece el sacrificio de purificación que prescribió Moisés. »
Pero el hombre comenzó a difundir la verdad hasta tal punto que Jesús ya no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que permanecía fuera de la ciudad, en un lugar solitario, y la gente venía a él de todas partes.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Así luchó Cristo contra los males y los sufrimientos del mundo: tomó la iniciativa y los derrotó con el poder de la misericordia de Dios… Cuando nos encontramos con los pobres o los enfermos, no debemos tener miedo de mirarlos a los ojos. , acércate a ellos con ternura y compasión, tócalos y abrázalos. A menudo pido a quienes ayudan a otros que los miren a los ojos y no tengan miedo de tocarlos; un gesto de ayuda es también un gesto de comunicación: también nosotros somos bienvenidos. Un acto de ternura, un acto de misericordia… Pero déjame preguntarte: cuando ayudas a alguien, ¿lo miras a los ojos? ¿Los aceptas sin tener miedo de tocarlos? (El Ángel, 15 de febrero de 2015)
